En mil novecientos veintiocho,
El mes once y día once al mediodía,
Me trajeron a este mundo,
Y en él estoy todavía
Quién me iba a decir a mi,
Que yo podría llegar,
A cumplir los noventa años,
Y ya veis, conmigo están.
Pues de haberlos conseguido,
Intentaré bien llevarlos,
Son míos, esto lo sé,
Pero resultan pesados.
Como están recién llegados,
No los tengo muy tratados,
Les daré un buen cobijo,
Y un proceder adecuado
Porque aun que estén a gusto,
Eternos no durarán,
Como han tenido un principio,
También tendrán su final
La misión mía hora es,
Vivir con tranquilidad,
Que es factor muy importante,
Que la pueda bien llevar.
Por tanto hay que ir trampeando,
Con el ajetreo diario,
Haciendo nuestros corrillos,
Y paseíllos diarios
En la cuestión familiar,
Bien satisfecho me siento,
Porque siempre están pendientes,
De cualquier cosa que tengo
Así que todos contentos,
que es cuestión muy principal,
La comprensión y el cariño,
Y no pensar nunca mal.
Viviendo como vivimos,
No hay por qué acobardarse,
Que estas condiciones nuestras,
Nos dicen: vayamos adelante.
Y como les voy contando,
Noventa años aquí están,
Y ¿quién se hará cargo de ellos?
Yo Manuel, el Sebastián.
Discúlpenme las molestias,
Que encuentren en mi relato,
Yo solamente pretendo,
Entretenerles un rato.
Barcelona 11 de noviembre de 2018-10-30